jueves, 22 de noviembre de 2012

RETALES

He zurcido mi corazón, con el hilo que usabas para coser mis labios.

Son cordones de mis zapatos, la cuerda que usabas para atar mis manos.

De la seda que tapaba mis ojos, he hecho un pañuelo, para secar mis lágrimas, para limpiar mi alma.

Y he salido a la calle y, de un manotazo, he apartado, esa eterna nube gris que rondaba mi cabeza.

Y he aprendido a caminar, en lugar de ir de rodillas.

Y mis labios hoy sonríen, ya no tiemblan, ya no se agrietan.

Ya no pienses mas, que soy una muñeca rota.

Lo que ayer tu me enseñaste, ya no me sirve.

Ahora, mi lección, mi elección, es otra...